Cuando pasó ese sábado,
Antes de que amaneciera,
Al sepulcro fue María
Con María Magdalena.
Un enorme terremoto
Ha sacudido la tierra,
Pues un ángel del Señor
Movió de sitio la piedra.
El aspecto del relámpago,
Vestidura blanca y bella.
Quedan aterrorizados
Los guardias sobremanera;
El ángel, por el contrario,
Les tranquiliza a ellas:
“No temáis vosotras nada,
Pues vuestras almas son buenas.
A Jesús resucitado
Vais a ver en Galilea.
Mirad, si queréis, la cámara,
No Le encontraréis en ella”.
Las dos Marías salieron
Presurosas y ligeras
A contar lo sucedido,
De temor y gozo llenas.
Cuando vieron a Jesús
En carne y hueso ante ellas,
Las dos raudas se postraron
Y le besaron las suelas.
Él les dijo: “No temáis,
Anunciad la Buena Nueva,
Decidles a mis hermanos
Que vengan a Galilea”.
Algunos de los custodios
Volvieron a comentarlo
Con los sacerdotes. Hubo
Consejo con los ancianos.
Cogieron mucho dinero,
Pidiendo a los soldados:
“Decid que, mientras dormíais,
Ese cuerpo lo robaron,
Que nosotros eso mismo
Le diremos a Pilatos”.
Ellos hicieron lo dicho
Y el dinero se guardaron;
Y esa segunda versión
Hasta hoy se ha propagado.
Al monte de Galilea
Que les había indicado,
Los apóstoles de Cristo
Fueron todos arribando.
Al verle de nuevo vivo
Casi todos se postraron,
Aunque algunos de ellos
Todavía vacilaron.
Y les dijo Jesucristo:
“Me ha sido otorgado
El poder del Universo,
Concedido de lo Alto:
Enseñad a todo ser:
Bautizad a mis hermanos
En nombre del Padre, Hijo
Y del Espíritu Santo,
Para que puedan cumplir
Todo lo que os he mandado;
Hallaréis tribulación,
Mas confiad, que Yo os guardo,
Y hasta el final del mundo
Yo por siempre os acompaño”.
F. D-I. C. Semana Santa 2009
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