Cerca de Jerusalén,
Del monte de los Olivos,
Envió el Señor Jesús
A un par de sus discípulos,
Con estas indicaciones:
“Llegad al pueblo vecino;
Hallaréis una borrica,
Y a su lado un pollino.
Traedlos. Si os preguntan,
Decid que los he pedido;
Entonces os dejarán.
Pues así dice lo escrito”.
Los discípulos hicieron
Como Él había dicho,
Y pusieron unos mantos
Sobre borrica y pollino.
Montado en los animales
Se pasea Jesucristo;
A ambos lados los presentes
Levantan ramos de olivo.
Van escoltando al Señor
A lo largo del camino,
Saludando y aplaudiendo
Con alborozado brío,
Con estas aclamaciones:
“¡Hijo de David! ¡Bendito
El que viene en tu nombre!
¡Aleluya, Jesucristo!
¡Santo, hosanna, hosanna!
¡Santo, hosanna, bendito!
¡Gloria en cielos y tierra!
¡Es el Hijo de Dios vivo!”
En la ciudad preguntaban:
“¿Quién provoca tantos gritos?”
“¡Es Jesús, el Nazareno,
Nuevo Rey de los Judíos!”.
Entrando Jesús al templo
Enseguida indignóse,
Y derribó muchas mesas
De cambistas y vendedores.
Espetó: “¡¿Qué habéis hecho
Con la casa de oraciones,
Que se asemeja más
A una cueva de ladrones?!”
A continuación Jesús
Realizó curaciones.
Viendo estas maravillas
Escribas y sacerdotes,
Y las bocas de los niños
Aplaudiendo con sus voces,
Reprendieron a Jesús:
“¡Mira qué dicen! ¿Lo oyes?”
“Sí. ¿Jamás habéis leído:
Los niños dirán loores
De alabanza y respeto,
Mucho más que sus mayores?”
Y salió hacia Betania
En donde pasó la noche.
Volviendo por la mañana
Sintió su tripa hambrienta,
Y a un lado del camino
Vislumbró una higuera.
Como aquel árbol frutal
Ningún fruto ofreciera,
Jesús quiso disponer
Que nada más le naciera;
Y así, inmediatamente,
La higuera quedó seca.
Los discípulos reunidos
Manifestaron sorpresa;
Entonces Jesús les dijo:
“Si una gran fe tuvierais,
Al monte daríais órdenes
Y ese monte las cumpliera.
Cuanto pedís por la fe
Vuestro Padre os lo entrega”.
Ancianos y sacerdotes
Ven a Jesús responder
Las preguntas en el templo;
Y van al de Nazaret
Con este interrogante:
“¿De quién viene tal poder?”
Les dice: “Una pregunta
Os quiero hacer también.
Si vosotros contestáis,
Luego yo responderé.
Cuando bautizaba Juan,
¿Lo hacía con qué poder?
¿Del cielo o de los hombres?”
No sabían responder:
“Si decimos que del cielo
Nos preguntará por qué
No creímos. Si decimos
Los hombres, hay que temer
A la vasta muchedumbre,
Pues un profeta le creen”.
Dijéronle a Jesús:
“No sabemos responder”.
Así que Él sentenció:
“Tampoco Yo lo diré”.
“Era un padre y dos hijos:
El mayor y el pequeño;
Al mayor mandó a la viña,
Él le respondió: ‘No quiero’;
Pero se arrepintió:
Y al final terminó yendo.
Al segundo le pidió
Lo mismo que al primero;
‘Ya voy’, contestó éste,
Pero no acudió luego.
¿Cuál hizo la voluntad
De su padre?” “El primero”.
“Pues parecido sucede
Con el Reino de los Cielos:
Publicanos, meretrices,
Van muy por delante vuestro,
Porque a Juan no le creisteis,
Pero ellos sí creyeron.
Aunque vosotros le visteis,
Ellos se arrepintieron”.
Siguió contando: “Un padre
Plantó una viña, con su torre,
Y un lagar. Se la arrendó
A unos pocos viñadores,
Y luego marchó viajando
A muy lejanas regiones.
En el tiempo de los frutos,
Mandó a esos señores
A sus criados, con el fin
De cobrar su parte. Golpes
Les dieron hasta matarlos,
Hasta con piedras enormes.
Envió de nuevo el padre
Más siervos a estos hombres,
Pero lo mismo hicieron.
Envió al hijo: ‘Mi nombre
No creo que lo ataquen’,
Pero le dieron estoque
Por tomar la herencia. ¿Qué
Hará con los viñadores?”
Replicaron: “Castigar
A todos los malhechores,
Y arrendará su viña
A viñadores mejores”.
“Habéis leído: ‘La piedra
Por los edificadores
Despreciada, es la piedra
Principal de todo bloque’.
El reino se quitará
A vagos y malhechores,
Y se le regalará
A los que más frutos donen.
Y sobre esta gran piedra
Se harán trizas los hombres”.
Le oían estas cosas
Fariseos, sacerdotes,
Y le quisieron prender,
Mas temían a sus hombres.
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