Posteado por: zabulonlopedepega | marzo 22, 2011

Mt. 22

                       Tomó Jesús la palabra,                       

En parábolas diciendo:

“Como banquete de bodas

Es el Reino de los Cielos:

El Rey envió a los criados,

Y todos ellos salieron

Buscando a los invitados,

Pero éstos no quisieron

Venir. De nuevo el Rey

Ordenó a otros siervos:

‘Id a por los invitados

Y les avisáis de esto:

Hay comida preparada,

Hay cebones y becerros,

Esto ya va a comenzar,

¡Acudid, acudid prestos!’

Pero estos invitados

Desdeñosos, no le oyeron:

Al campo o a su negocio

Todos ellos se volvieron.

Algunos cuantos, incluso,

Al siervo muerte le dieron.

El Rey, encolerizado,

Mandó todos sus ejércitos,

Mató a los asesinos

Y a la ciudad pegó fuego.

Tras esto se dirigió

Y les pidió a los siervos:

‘Id por estos mis caminos,

A cuantos veáis, traedlos’.

La sala se abarrotó

De malos como de buenos.

Cuando el Rey se plantó

En las mesas para verlos,

Identificó a un hombre

Sin traje de bodas puesto:

‘¿Amigo, cómo entraste?’

El otro no hizo un gesto;

Gritó él a los ministros:

‘¡Arrojadle al infierno,

Atado de pies y manos

Hasta el final de los tiempos!’

Pues muchos son los llamados

Y no todos entran dentro”.

 

Fariseos y herodianos

Celebraron un consejo,

Buscando una manera

De a Jesús, sorprenderlo.

Le preguntan sus discípulos:

“Tú eres sincero, Maestro,

Y ante nadie te inclinas,

¿Nos aclararías esto?

¿Es lícito o no lo es

Pagar al César impuestos?”

Jesús, que los conocía,

Y los sabía arteros,

Dijo: “¿Por qué me tentáis,

Hipócritas? El anverso

De un denario les mostró:

¿De quién es este careto?”

“Del César. Pues dad al César

Lo del César, fariseos,

Y dad a Dios lo de Dios”.

Después de escuchar esto

Quedaron maravillados,

Y dejándolo, se fueron.

 

También quisieron ponerle

A prueba los saduceos

(Que la resurrección niegan),

Preguntándole: “Maestro,

Si la mujer se ha casado

Con siete, con el objeto

De que tengan descendencia,

¿De quién lo es en el cielo?”

Jesús les dijo: “¡Error,

Vaya empecinamiento!

Pues en la resurrección

No hay ningún casamiento,

Aquél que entre será

Como un ángel: sin sexo.

¿Tampoco habéis leído

De Jacob y los ancestros?

Dios es el Dios de los vivos,

No es el Dios de los muertos!”

Y todos maravillados,

Al oír, enmudecieron.

 

Acudieron al rescate

Los doctores fariseos,

Sentándose con Jesús,

Preguntándole: “Maestro,

¿Cuál es, de toda la ley,

El principal mandamiento?”

“Amarás al Señor Dios,

Padre Celestial Eterno,

Con todo tu corazón,

Tu cabeza y tu cuerpo.

El segundo en la lid

Se parece al primero:

Al prójimo amarás

Como a ti. Dos preceptos

Que son las raíces básicas

De todos los mandamientos”.

 

Contraatacó Jesús

Preguntándoles a ellos:

“¿De quién es hijo el Cristo?”

“De David”, le respondieron.

“¡David le llama Señor!

¿Cómo se explica esto?

Si David dice Señor…

¿Cómo puede ser su ancestro?”

Al no saber responder,

Sus bocas ya no abrieron.

 


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