“Pues el Reino de los Cielos
Será como las diez vírgenes
Que esperaban al esposo
Sosteniendo sus candiles.
Cinco de ellas eran necias
Y las otras más sensibles.
Aceite sólo tomaron
Las segundas de las vírgenes.
El esposo se tardaba
Y llegaron a dormirse.
En seguida despertaron:
‘Ya llega el esposo, ¡abridle!’
Se pusieron afanosas
A preparar sus candiles.
Las necias a las prudentes
Luz tuvieron que pedirles,
Pues no tenían aceite
En sus vacíos candiles.
Las prudentes respondieron:
‘Id a la tienda a pedirles’.
Mientras ellas lo compraban
El esposo llegó, firme;
Las diez que eran prudentes
Salieron a recibirle.
El señor cierra las puertas
Cuando las necias le piden:
‘Señor, ábrenos la puerta’.
‘No os conozco’, les esgrime.
Así pues, debéis velar,
Porque el tiempo es invisible:
Cualquier día, cualquier hora,
Es el momento posible”.
“Un amo se va de viaje
Y reúne a sus siervos,
Para dar a cada uno
Un número de talentos
(Según su capacidad):
Dona cinco al primero,
Regala dos al segundo
Y uno solo al tercero.
El que recibió los cinco
Ganó cinco de aumento.
El que recibió los dos
Ganó dos más de provecho.
Mas el que recibió uno
Enterró ese talento.
Regresado el señor,
Al cabo de mucho tiempo,
Juntó otra vez a todos
Y pidió cuenta de ellos.
Al que presentó los cinco
Le felicitó, contento:
‘Muy bien, yo te daré mucho,
Pues has sido fiel y bueno’.
Al que presentó los dos
También dio el visto bueno.
‘En ti también confiaré
Pues has sacado provecho’.
Y le llegó el de uno
Sin ningún otro talento.
Se excusó él así:
‘Amo mío, tuve miedo,
Escondí lo que me diste,
Aquí lo tienes de nuevo’.
‘Siervo malo, haragán,
Si es que tenías miedo
Debiste haberlo dado
En manos de los banqueros.
Arrancadle lo que tiene,
Pues no sacó nada bueno:
A quien gane, le daré,
A quien pierda, se lo niego’,
Así que haced el bien
O iréis al fuego eterno”.
“A los ángeles veréis
Cuando Jesucristo vuelva
Sobre su trono de gloria,
Trono de gloria eterna.
Todas las gentes del mundo
Se verán en Su presencia,
Y Él nos separará,
Como el pastor hiciera
Con su nutrido rebaño
De cabritos y de ovejas.
Cada uno a un lado:
Ovejas a la derecha
(Los fieles a su rebaño),
Y cabritos a la izquierda.
‘Venid, benditos del Padre’,
Dirá Dios a las ovejas,
‘Que mi Reino he preparado
Para vuestra dicha eterna,
Porque vosotros mirasteis
Mi necesidad hambrienta,
Porque vosotros saciasteis
Mi necesidad sedienta,
Porque vosotros tocasteis
Mi necesidad enferma,
Vosotros me visitasteis
Cuando viví entre rejas.
Me disteis pan, y vestido,
Medicina y vivienda’.
Y dirán todos los justos:
‘¡Mi memoria no recuerda!
¿Cuándo eso lo hicimos?
¿Cuándo te vimos siquiera?’
‘Cuando a un hermano mío
Estas cosas le hicierais’.
Y dirán a los cabritos:
‘¡Malditos, a la hoguera!
Que el diablo os consuma
Con su muerte torticera,
Porque estando hambriento
Dejasteis que padeciera,
Porque estando sediento
Permitisteis que sufriera,
Porque estando enfermo
Dejasteis que me muriera’.
Ellos dirán, ‘¿cuándo, cuándo?
¡No te vimos, ni siquiera!’
‘Sí, si a un hermano visteis
Que esto le sucediera.
A vosotros: fuego eterno,
Y a los justos: vida eterna’”.
Deja un comentario